Adriana García Ramos es autora de los relatos «La muerte solo puede matarme» (Misteria I) y «Condenada por las estrellas» (Herstoria I).
¿De dónde saca la inspiración para escribir, sobre qué temas? ¿Alguna manía? ¿Tendrá síndrome de la impostora? Conoce un poco mejor a Adriana a través de las respuestas a estas cuestiones.
Por qué escribes
En ocasiones escribo porque es una manera de poder plasmar (o intentarlo) todas las historias que me gustaría leer, pero que todavía no se han escrito. Otras escribo para poder poner en orden mis pensamientos e ideas, moldeándolos hasta que tienen una forma tangible y manejable para mí. A veces ni siquiera soy capaz de decir la razón, solo sé que hacerlo me hace feliz.
Qué te inspira
Cualquier cosa, literalmente. Puede ser desde una película, una canción, o una conversación escuchada de pasada en el transporte público que me hace imaginar ¿y qué pasaría si…?
Manías a la hora de escribir
Siempre tengo que escribir con música, y si todavía no he hallado la canción que refleje la idea que quiero relatar, no puedo empezar hasta que la encuentro. También necesito saber de antemano la extensión a la que quiero llegar (o a la que tengo que limitar la historia), ya que, aunque no tenga planeado todo lo que quiero contar, sí que me resulta necesario saber en cuánto espacio tengo que hacerlo para evitar alargarme en exceso.
Cómo te enfrentas al bloqueo
Escribiendo. Es una respuesta típica, pero es la que he descubierto a lo largo de los años que más resultados da. He intentado aumentar mi “inspiración” con música, imágenes o lluvia de ideas, pero al final del día, lo único que nos separa de nuestra meta es esa página en blanco, y la única forma de quitárnosla de encima es rellenándola. Da igual que piense que no sirve lo que estoy escribiendo, porque siempre es más fácil trabajar sobre un texto malo que sobre ninguno.
¿Síndrome de la impostora?
Por desgracia es una realidad a la que cada vez más autoras (y mujeres en general) nos tenemos que enfrentar y yo no estoy libre de sus garras. De hecho, podríamos incluso empezar a hablar del síndrome de la impostora respecto al propio síndrome de la impostora, ya que, aunque ahora sepamos de dónde vienen nuestras inseguridades, siempre aparece una nueva; y el clásico “Soy un fraude y en realidad mi trabajo no es bueno” que puede en ocasiones verse mitigado por el reconocimiento de que es nuestra mente la que nos está jugando una mala pasada, también puede dar lugar al nuevo “Ni siquiera creo un contenido con la calidad suficiente para considerarme en la misma situación que el resto de personas con talento que sí se ven afectadas”. Por eso agradezco mucho el apoyo de familia y amigos, que siempre están cerca para hacernos entrar en razón en los momentos más duros.