Cazar el caos
Capítulo 25 – Salir del circuito
El lugar de los fracasos. Bajó del taxi y por un instante no supo qué hacer. Aferraba el equipaje sintiéndose una extranjera. Estaba en Calgary, su tierra natal, pero no se sentía como en casa; al levantar la mirada hacia el hospital, su corazón sintió algo incluso más inhóspito. Mientras arrastraba las maletas por la explanada que terminaba en la entrada del edificio, recordó la última vez que había estado ahí y un escalofrío entorpeció sus pasos. En ese entonces, Rebecca Savard tenía quince años y una novia llamada Audrey. Habían sido amigas desde los ocho, justo después de que Frances, la primera crush de Becca, abandonase la escuela. El carácter dulce de Audrey ayudó a curar aquella pérdida. Las niñas tenían sentidos del humor parecidos, practicaban baloncesto y vivían tan cerca que gastaban juntas sus horas libres. Audrey fue la primera a quien Becca le confesó que le gustaban las chicas y no huyó, al contrario, la ayudó a develar el misterio de quién le enviaba cartas a escondidas. Cuando se dieron cuenta de que además de ser las mejores amigas también gustaban la una de la otra en un ámbito romántico, la transición fue sencilla. Lo único que cambió entre ellas fueron los besos y las caricias. Tampoco era que las hermanas de Becca fueran miel sobre hojuelas, pero tenían demasiadas actividades extracurriculares como para que coincidieran en las tardes. Y si estaban en casa, hacían cosas menos ruidosas que escuchar heavy metal, como era la costumbre del fastidioso Steven. Ambas familias mantenían una relación tensa. Las posturas políticas de Avery Savard, el padre de Becca, y John, el de Audrey, eran muy dispares. Ambos terminaban discutiendo cuando, en las reuniones, bebían más alcohol de lo adecuado. Por ello, hacían el intento por evitar los temas delicados y eran cordiales por el bienestar de sus hijas. John estaba en la burócrata. Becca apenas lo veía. Era un hombre afable y culto, pero un adicto al trabajo también. La madre de Audrey se quejaba y decía que la ausencia del padre estaba provocando que sus hijos se descarriaran. Comenzando por Steven, que escuchaba esa música del infierno y se vestía como un sepulturero sin importarle los nervios de nadie, dándole un ejemplo terrible a sus hermanos menores. Por ello, Audrey prefería pasar las tardes en casa de Becca, lejos de su hermano y la mirada inquisidora de su madre. Las chicas hacían las tareas siempre que no se entretuvieran besándose, y por la noche, cenaban con la familia. Pero aquella tarde fue distinta. Claire, la hermana mayor de Becca, se estaba preparando para unos exámenes muy importantes y la familia intentaba dejarla sola por las tardes, para que pudiera concentrarse. De mala gana, las novias tuvieron que usar la casa de Audrey. Siempre que llegaban, escuchaban desde la esquina la música estruendosa de Steven, pero ese día la calle se mantenía en silencio. El chico no estaba en casa. De hecho, nadie estaba en la casa. En la cocina se oía el golpeteo del agua cayendo sobre platos a medio lavar. Audrey cerró el grifo y miró a Becca extrañada, pero luego sonrió y la condujo a su habitación. Ninguna supo cuánto tiempo habían estado besándose antes de que sonara el teléfono. No le hicieron caso, pero el timbre resonó dos veces más. Con un gemido de resignación, Audrey se levantó a contestar. Becca la siguió, pero se sentó en la cima de las escaleras mientras su novia descendía al rellano. Quien llamaba era la madre de Audrey. La chica contestó afable, pero el tono de su voz cambió de manera abrupta. —¿Qué sucede? —le preguntó Becca cuando colgó. Becca insistió en acompañarla. El chico las recogió vestido de negro y con el cabello largo cayéndole por los hombros. Habló lo suficiente para contarles que John se había desmayado en su oficina y que lo habían llevado al hospital en ambulancia. Becca y Audrey dejaron a Steven estacionando el automóvil y entraron al hospital a paso rápido. El vestíbulo tenía un domo de vidrio alto y a la izquierda, a diferencia de la sobriedad y pulcritud de otros hospitales, había una pared roja y larga. La madre de Audrey las recibió, pero Becca se quedó unos pasos atrás, ajena al dolor de la familia. —Los médicos aún no determinan lo que le está pasando a mi padre —le dijo Audrey a Becca después de hablar con su madre—. Tenemos que esperar el diagnóstico. —¿Pero él se encuentra bien ahora? —Sigue en cuidados intensivos, pero mamá dice que es solo por precaución. De todas formas, aún no podemos verlo. —Todo va a salir bien, Drey. Cuando anocheció, Audrey acompañó a Becca a tomar un taxi. Alrededor del hospital había un sendero bordeado por setos. Las flores resplandecían bajo las farolas. Era el final de la primavera. —Todo estará bien —le repitió Becca a su novia y le tomó la mano antes de que pudiera hacerle señas al taxi que se acercaba—. Tu padre se va a recuperar. Vendré mañana. Audrey le sonrió por última vez. John murió aquella noche. Los médicos concluyeron que tenía una bacteria en el corazón. Audrey se alejó de todos. Nadie la culpó por eso. Becca lo aceptó lo mejor que pudo. Luchaba por entender el dolor de su novia, se desesperaba por no poder hacerlo. Cuando Audrey y su familia se mudaron a otra ciudad y Becca no volvió a verla, sintió que algo enorme había quedado inconcluso. Se vio a medio camino de un circuito que siempre pensó que sería cerrado. Así de fácil la muerte arrasa con todo. Pero se encontraba allí de nuevo, en el hospital, su padre era el enfermo en esa ocasión. Su novia también la había abandonado, pero no la culpaba por completo, había sido Becca la causante de que cayeran una a una las fichas de dominó. «He tardado años en enterrar aquel trecho de mi pasado y me ha costado lo que no puedes imaginar. Te pido que confíes en mí cuando te aseguro que lo mejor es dejarlo donde está. Cuantas más me preguntas, más daño me causas y temo que, al final, ese daño también repercuta en ti», le había dicho Isa hace meses. Deseaba haberle hecho caso y, al mismo tiempo, se sentía conforme por haber sido capaz de encontrar la verdad. «En nuestro mundo, “lo que sabemos” y “lo que no sabemos” coexisten en una nebulosa, fatalmente unidos, como hermanos siameses. Caos, caos». Se acercaba a sus treinta y era indispensable que se saliera del camino y diera el primer paso en otra dirección. *** —¿Qué dicen los médicos? —le preguntó la basquetbolista. —Le están haciendo pruebas, pero parece que el infarto causó más daño del que habían pronosticado. Han hablado de colocarle un marcapasos, pero tu padre se niega a la cirugía. Dice que es innecesaria. —¿Dónde está? —Todavía en cuidados intensivos. En unas horas nos dejarán verlo. Becca se sentó a esperar con las demás. Claire le mostró las últimas fotos de Jayden, su hijo de siete años y el sobrino favorito de la basquetbolista —el único hasta ese instante—. Se había perdido de verlo en Año Nuevo y parecía que el niño había crecido unos cuantos centímetros. —Aún no le hemos dicho lo que le pasó a su abuelo —dijo Claire—. Mathew lo cuida ahora y tendré que ir a dormir a casa si quiero que siga pensando que todo está bien. —En algún momento tendrá que saber lo que le pasó a papá. —Pero no ahora. Madison, la más pequeña de las Savard, tenía una pila de libros sobre las piernas y subrayaba cosas en uno y otro antes de etiquetar las páginas. —¿No se supone que estás en Spring Break? —le preguntó Becca. —Díselo a mi profesora del doctorado —gruñó Madi poniendo los ojos en blanco y, parafraseando a la susodicha, añadió—: la lucha contra el cambio climático no descansa… —¿Por qué Isa no vino contigo? Era la pregunta que Becca no quería enfrentar. No tuvo el valor de decirle la verdad. Ni siquiera Isabelle había tenido las agallas de aceptarla. La madre de Becca dejó escapar un bufido. Comentó indignada: —Si fuera por esa mujer, sus subordinados jamás tendrían vacaciones. Una hora más tarde las dejaron visitar a Avery Savard. El hombre estaba conectado a varias máquinas, pero sonrió al verlas y exclamó roncamente: —¡Mis mujeres! Olivia fue la primera en abrazarlo teniendo mucho cuidado con los cables. El hombre se quejó por haberse perdido el partido de los Maple y aseguró que se encontraba lo suficientemente bien para que le asignaran una habitación con televisor. Pero todo esto lo dijo hasta que perdió el aliento y tuvo que colocarse la mascarilla de oxígeno para tomar unas cuantas bocanadas. A pesar de que su esposa solía ser la severa de la familia y no evadía los temas inconvenientes, esta vez no tocó el tema del marcapasos. Poco a poco la habitación se fue vaciando, hasta que Becca se quedó a solas con su padre. —Estoy preocupada por ti. ¿Por qué no quieres ponerte el marcapasos? —¿Te imaginas pasar el resto de tu vida con una pequeña máquina en medio del pecho? —dijo el hombre haciendo una mueca de incomodidad—. No quiero depender de algo así. Estoy muy viejo para eso. —Papá, el infarto dañó tu corazón. Los doctores dicen que los medicamentos no serán suficientes. El marcapasos te salvará la vida. El hombre negó y, con un movimiento lánguido de la mano, le indicó a su hija que se sentara al borde de la cama. —Sé que estás preocupada por mí, pero hay algo más —le dijo—. ¿Dónde está Isabelle? ¿Ya arreglaron sus malos entendidos? A Becca se le llenaron los ojos de lágrimas y se sintió estúpida. ¿Cómo podía llorar por Isabelle cuando la vida de su padre estaba en peligro? El señor Savard le palmeó la mano, que era lo único que tenía al alcance. —Cuéntame —pidió a media voz. Becca le contó la historia a grandes rasgos, sin comprometer el verdadero sentido de la investigación en Italia. —Ya no quiere seguir conmigo —terminó diciendo. —¿Te lo dijo? —No, pero basta con ver cómo actúa. —Suena a que está confundida. —¿Y qué hago? —La última vez que hablamos te dije que la respuesta la encontrarías si mirabas dentro de ti. ¿Le has perdido el miedo a la verdad? Becca lo pensó un instante. El hombre tomó una gran bocanada de aire y se quitó el respirador para hablar con libertad. —Cuando eres joven, las cosas parecen determinantes. Si no es blanco o negro no parece haber otro camino. Pero las relaciones no son así. No es que seas egoísta. Sueles pensar en los demás más que en ti, pero te gana la impaciencia. Vas corriendo a todas partes y eso no siempre es bueno… El hombre se colocó el respirador y apretó la mano de su hija. »Isabelle está luchando por resolver cosas de su pasado. No me has dicho cuáles, pero imagino que fueron lo suficientemente turbulentas para poner en jaque tu relación con ella. Si no puedes ayudarla, deja que ella encuentre el camino por su cuenta y tú toma el que te haga feliz. Lo importante es que seas feliz, por sobre todas las cosas… Avery Savard sonrió mientras Becca se enjugaba el rostro. —Aceptaré el marcapasos —añadió. —¿Lo has decidido ahora? —Tu madre y tus hermanas hicieron bien en dejarnos a solas. —¿Eso qué tiene que ver? —Que me haces recordar que darte consejos requiere de una capacidad cardiovascular que ya no tengo y si quiero seguir regañándote —tomó una gran bocanada de aire—, tendré que aceptar ese maldito aparato en mi pecho. Parece que a tu corazón y al mío aún les quedan muchos años para seguir latiendo al mismo ritmo. *** —¿Esa es la gran investigación que tu novia está realizando en Italia? —comentó Claire—. ¿La de bailar sucio con una famosa? —Cállate —soltó Becca con los ojos clavados en el televisor de la sala de espera. Los tenía hinchados y le escocían porque había pasado la noche en vela esperando los resultados de la cirugía de su padre. En las imágenes se podía ver a Isabelle bailando contra Emma de una manera provocativa para luego huir con ella entre la multitud. En la mente de la basquetbolista se agolparon las preguntas, pero sobre todas ellas reverberaban los celos. Sacó el móvil y estuvo a punto de realizar una frenética llamada trasatlántica, pero se calmó y desistió. Al separarse, Stui saludó al resto de la familia. La conocían bien, pues las había acompañado en varias festividades. —Será mejor que la saques de aquí —le dijo Olivia Savard a Stui en tono críptico, aunque Becca la escuchó de todas formas—. Necesita un poco de aire fresco. Stui no tuvo que escucharlo dos veces. Pasó el brazo por detrás de los hombros de Becca y la condujo hacia la salida del hospital. —Eres una imbécil —soltó Becca, pero lo hizo en ese tono juguetón que ambas empleaban cuando se molestaban la una a la otra—. Ni siquiera sé si seguimos siendo novias. Tuvimos una discusión. —¿Y terminaron? —No fue algo definitivo. Fueron palabras sueltas, un ultimátum de mi parte. Tal vez se lo tomó como que habíamos terminado. Becca bajó la mirada. —Lo siento, eso fue cruel —apuntó Stui. —No… Tienes razón. —Lo que temías sucedió, ¿no es verdad? —Jugué mal mis cartas y perdí. La curiosidad mató al gato. Caminaban por el mismo sendero que, años atrás, Audrey y Becca habían recorrido cuando Audrey era Audrey y no una sombra escondiéndose tras su carne. —¿Tu padre estará bien? —preguntó Stui. —Parece que sí. Estamos esperando los resultados de la cirugía. —Pase lo que pase, sabes que el equipo y yo estaremos a tu lado. —¿Eso es una amenaza? Stui soltó una carcajada y la golpeó en el hombro. —Las Storms te necesitamos —le dijo. Llegaron junto a una banca, pero ninguna tomó asiento. —Y ustedes a mí —admitió Becca. —Regresa al equipo. Te hará bien obsesionarte con otra cosa que no sea el pasado de Isabelle. Becca sonrió. —Ya no estoy obsesionada con eso. *** «¿Le has perdido el miedo a la verdad?», había preguntado su padre. Al parecer aún la temía. Revisó varias veces la última conversación que había tenido por WhatsApp con Isabelle: palabras escuetas sobre el vuelo, la hora de salida y la de llegada. La periodista le había preguntado si había aterrizado a salvo en el aeropuerto internacional de Calgary. Becca había estado tan molesta que le había contestado con un frío pulgar arriba. Después de eso, silencio. Isalove últ. vez ayer a las 03:05 Becca: ¡¡Cariñooo!! ¡No vas a creer a quién vi esta tarde mientras corría en Central Park! Becca: No, pero casi. Intenta otra vez. Isa: Dame una pista. Becca: Nada de pistas. Quiero que exprimas al máximo tu experiencia en investigación. Isa: Años de investigación tengo, pero de adivina no. Si no fue la chica de los hot dogs, no sé qué podría emocionarte tanto. Isa: Sí, claro… Becca: ¿Cuándo me vas a creer? *Emoji llorando* Isa: Déjame pensar… ¡Nunca! Becca: Me conformo con eso. En segundo lugar, ella no vende hot dogs en esta época. Solo lo hace en verano cuando no tiene que ir a la universidad. Isa: ¿Cómo sabes eso? Becca: Porque yo sí sé investigar. Isa: Ahora le llamas «investigar». Becca: No te pongas celosa y volvamos a lo importante. ¡Vi a una estrella famosísima en Central Park! Isa: Sigo más perdida que esa mancha de mostaza en el trasero de tu crush. Becca: Vamos, cariño, intenta adivinar. *Emoji de manos rezando* Isa: Dame una pista, Savard. Becca releyó aquel mensaje varias veces. Ahora tenía otra perspectiva de las cosas y entendía por qué Isa había tardado en contestar. Isa: ¿Es alguien cuyo trabajo sigues desde hace mucho? Becca: Se podría decir que sí. Fue mi crush, aunque no una tan grande como la chica de los hot dogs. Isa: Es que lo tuyo con la chica de los hot dogs no tiene comparación. El próximo verano te envío a trabajar con ella. ¿Me das otra pista? Isabelle había tardado en contestar por segunda vez. Isa: Ni idea. Becca: ¡Pero si te lo estoy poniendo en bandeja de plata! Becca: Por supuesto, acertaste. Isa: ¡Acerté! Becca: Claro que no, tonta. Pero está bien. Seré buena y voy a decirte de quién se trata. También seré buena y no le diré a Victoria que eres pésima atando cabos o te va a despedir. Isa: *Emoji sacando la lengua* Becca: Te voy a enviar la foto que le tomé. Isa: ¡Solo dime quién es! Becca: Ni hablar. No te imaginas lo que me costó tomarle la foto. Becca: ¿Puedes creer que estaba ahí como si nada? Cerró WhatsApp. Ni siquiera en el pasado podía encontrar un pequeño oasis de tiempos mejores. Ni siquiera estaba segura de que hubieran existido. Se cambió a Telegram, donde tenía agregada a la guardaespaldas. Casandra decía que aquella era una aplicación más segura y eficaz. Se fijó en que la brasileña no tenía foto de perfil, solo una C sobre un fondo azul, algo que colocaba la aplicación por defecto. Tomó aire. No había decidido qué preguntarle exactamente. Casandra últi. vez recientemente Becca: Hola, Cas. Vi en las noticias un video de Isa y Emma bailando. Sé que suena tonto, pero quiero saber qué es lo que pasaba exactamente. Imagino que estabas ahí. ¿Podrías explicarme? Estaba siendo muy brusca, lo sabía, pero necesitaba conocer la verdad, no soportaba sentirse en el limbo como una estúpida. Sin embargo, se arrepintió al instante e intentó editar el mensaje, pero ya era muy tarde. Cas lo había leído. Cas: Hola. Lo que sé es que fueron a bailar porque estaban muy tensas y ni siquiera permitieron que estuviera cerca. ¿Todo bien con tu padre? Becca: Mi padre está bien. Le practicaron una cirugía para colocarle un marcapasos. Acaban de informarnos de que todo salió como esperaban. Cas: Debiste de pasar muchos momentos de angustia. Becca: Sobre todo porque mi padre es un necio y no quería hacerse la cirugía. Cas: De tal palo, tal astilla. Becca: ¿Me llamas necia? Becca: ¿Cuál barco? Cas: El de mi jefa y tu novia. El de su investigación. Estás dejando que te arrastren a un juego en el que no haces las reglas. Creo que te lo dije antes. Becca: Me lo dijiste, pero no sabía que te importara tanto la situación. Cas: Mi trabajo es protegerlas y me jugaré la vida si es necesario, pero eso no significa que no tenga una opinión respecto a todo. Becca: Agradezco que te preocupes, pero lo que sucede entre nosotras es demasiado complejo. Becca: ¿Siempre eres tan ruda con todo lo que dices? Cas: No puedo ser de otra forma. Lo siento. Debes hacerte respetar. Eres exitosa, guapa y, por lo que veo, capaz de apoyar a quien amas incluso en las peores circunstancias. Si Isa no lo valora, entonces ella se lo pierde. Cas: Espero que sea la adecuada. «¿La adecuada?», resonó en la cabeza de Rebecca Savard. A esas alturas, ¿qué era lo adecuado? Becca: ¿Te puedo pedir un favor? Cas: Dime. .
demasiado, un beso
PERDÓN ME DIO MUCHA RISA
Miedito da
sTUI NOOOOO
Yo también lo creí. Consejo: no lo haga compa.
La está cuidando muy bien Emma 😉
Y aquí vamos de nuevo con los perros … desconfió hasta de mi sombra como para decir que aquí debe haber algo más
Gracias, por actualizar.
¿Por qué mientes, Rebecca?
Ya valió!
Las shippeo Stui&Becca
Pero ya empezamos con lo de ocultar cosas, diferente edad, diferentes personas, i know, pero también ocultó algo
Hahahaha
Nadie lo pudo decir mejor 👏🏻
Sospechoso
🤣🤣 katniss Everdeen sal de ahí esa no es tu familia
También las shippeo «BECCAS»
Solo es lastimarse y lastimar, si hay algo inconcluso es correcto cerrarlo poco a poco ¿como quieres ayudar a alguien más cuando no puedes hacer eso para ti?
Sabias palabras Cas
😂😂Haste la tonta
1. Invítenme un cafe
2. No te preocupes por Yza, está en buenas manos, disfrutando de una fiesta …
No sé cómo sentirme al respecto. 😶
Ahí no es. 💔
Nooooo, machi así no era.
That’s when love turns night Time into day
Pero denle un respiro a Emma … jajajaja esto ya valio
Calma, no son los juegos de los celos xD
De hecho, a los 20 es uno pen…o jajajaja, No crean es para siempre, porque solo se lastimaran
Yo ahorita, no se a cuantos grados está mi cuarto, pero estaría más calentita en un iglú
Finjamos demencia temprana
Jajaja Yza esta sufriendo mucho, jajaja y Emma hace lo que puede porque este bien.
No lo había pensado pero es verdad
Yza si fue clara.
Se quedo con la Marquesa.
Becca quierete un poquito mija.
De aquí puede salir algo muy jugoso
Cuanta realidad, mis respetos para Cas, le dijo lo que se tenía que decir
What?! ¿Y por qué no lo dijo antes? ¿Tiene que ver con lo de que hermano? Curiosesco curiosesco
Me identifico en esta parte con Becca. Tener que mentir para no dejar en mal a esa persona
Vale cheto, inche gente metiche… Que feo que sean así.
Ya que se cuadran ya así Becca es un estorbo menos jajajajajja
No, Beck, no es suficiente si solo eres tú quien ama. Estoy segura de que Yza te quiere, pero debes darte cuenta que su amor no te pertenece completamente y eso es algo que ni tú ni ella misma podran cambiar.
Jajaja si Becca quédate con ella, y deja a Yza con la Marquesa.
Ay, no. Ni he leído todo el párrafo, pero con las primeras líneas ya se lo que pasará 😬😬😬😬
Yo las shippeo desde el principio y ahora más.
Becka, date cuenta quien es la que está ahi para ti y deja de mendigar amor!!
😂😂😂
Está siendo muy directa y cruda, pero… quién soy yo para juzgar a Cas😅
Jajaja Becca fue quien unió nuevamente a Emma e Yza.
Yza: sí, si es mi Marquesa. jaja
Gracias Cas por explicarle a la señorita la realidad que no quiere ver.
Ya llegué 💅
Ohhh,q feo lo de Audrey 🙁
Pd: sabía q era su exs 👀