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Fani Álvarez es autora de Las novelas inéditas de Elise Alderman y Nivel 10.

El futuro me fascina y me aterra

Efectivamente, como bien dice el título, el futuro me fascina y aterra a partes iguales. Ya os habréis hecho una idea si habéis leído Nivel 10 y, con Las novelas inéditas de Elise Alderman queda incluso más claro. Parte de esa fascinación proviene de nuestro ingenio, de nuestra capacidad de invención y de adaptación a las circunstancias. Hemos conseguido crear sistemas informáticos avanzadísimos, la base de las inteligencias artificiales que antes solo eran posibles en la ficción. Hemos logrado construir naves que viajan al espacio y recopilan información del universo. Hemos puesto la ciencia y la tecnología al servicio de la humanidad. Pero seguimos sin aprender.

La premisa común de las tres novelettes que se incluyen en Las novelas inéditas de Elise Alderman es, precisamente, eso, que no aprendemos a ser seres humanos decentes. Por supuesto que es una generalización muy amplia y que #NotAllHumans y demás, pero si algo me encanta de la ciencia ficción es la posibilidad que otorga de hacer una autorreflexión, de poner en perspectiva nuestros comportamientos y errores como sociedad e intentar mejorar.

Alondra y Exis exploran de manera más explícita cómo los humanos se comportan con las inteligencias artificiales y cómo muchas veces nos consideramos superiores y usamos esa superioridad para sacar lo peor de nosotros. Si sopesamos que no habrá consecuencias negativas para nuestros comportamientos más reprochables, ¿qué nos impide llevarlos a cabo? Vivimos en una sociedad que cada vez es más permisiva con según qué actos, que parece que se le ha perdido el miedo a los efectos que los mismos tienen sobre el resto de personas. A veces, tengo la sensación de que estamos en una época de “todo vale”: discriminaciones y agresiones a colectivos y minorías, linchamientos en redes sociales, desensibilización ante la violencia y la injusticia, etc. Y este “todo vale” acaba también por reflejarse en nuestras interacciones con nuestro entorno, y en estas dos historias las inteligencias artificiales pasan de ser entorno a ser algo más para que nos demos cuenta del límite al que estamos llegando.

 

 

En Espectro, sin embargo, ni siquiera tenemos que ponernos en la “piel” de un androide. Es la historia que más se inspira en hechos reales (que ya compartiré para evitar cualquier tipo de spoiler) y otra muestra más de la crueldad de la que somos capaces las personas.

A pesar de todo, siempre hay espacio para la esperanza. De eso se trata, al fin y al cabo. ¿Para qué luchar, entonces, si no se pudiera cambiar nada, si todo permaneciera inamovible?

Otra propiedad que caracteriza a prácticamente todos mis personajes principales es que luchan a pesar de tener el mundo el contra. Creo que es algo que no debemos olvidar y algo que, como escritora, intento siempre incluir en mis historias para que yo también recuerde de vez en cuando seguir su ejemplo. 

También queda espacio para la admiración. Aunque las tres novelettes traten algunos de los temas y aspectos más peliagudos de la humanidad, también son un espejo de esa capacidad inventiva que, como he comentado antes, tanto me apasiona.

Inteligencias artificiales que puedan conseguir pensar e incluso sentir, con quienes entablar relaciones y lazos. Implantes que permitan tener la información que necesitamos sin ningún tipo de soporte. O la posibilidad de compartir recuerdos vívidos, de que personas que no puedan acceder a determinadas experiencias, aún tengan la opción de vivirlas, aunque sea en la comodidad de su asiento. ¿No es fascinante? ¿No tenéis curiosidad por saber cómo será el futuro, qué le deparará a la humanidad dentro de unas décadas? Incluso aunque, llegado el momento, este me decepcione o sea aterrador, yo quiero conocerlo.

Por supuesto todo esto da pie a más debates y más reflexiones. Es la magia de la literatura y, en este caso, de la ciencia ficción: salir de nuestra zona de confort, darnos de bruces con la realidad y mirarla con una perspectiva más crítica.

Los secretos del cerebro humano y del universo en general están aún por descubrir y estamos viviendo lo que es solo el comienzo del gran despegue de la ciencia y la tecnología. Mientras recordemos seguir siendo humanos decentes y respetar aquello que aún desconocemos, el futuro no tiene que ser tan desesperanzador como el de Las novelas inéditas de Elise Alderman. Luchemos para que la ficción siga siendo solo ficción.

Fani Álvarez

 

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