Cazar el caos
Capítulo 6 – El cofre de Pandora
Se suponía que debía esperar a los demás en la sala adjunta, pero llegó temprano por un motivo particular. Giró el picaporte, que no cedió, y entonces alzó la alfombra —que le provocó un estornudo—, quitó un largo pedazo de madera y retiró la llave de repuesto, que dejó una silueta oscura sobre el polvo acumulado. No encontró cambios significativos desde la última vez que había pisado aquella oficina. Las persianas corridas la oscurecían y conservaba su usual aroma a alcanfor, ingrediente principal de los ungüentos que usaba la vieja directora para los dolores musculares. Las plantas estaban marchitas como si hubieran absorbido un poco de la muerte de su dueña, y en la pecera se agitaron sus dorados habitantes al notar movimiento. Emma intuyó que estaban a punto de comerse los unos a los otros si no les echaba un poco de alimento, así que tomó el frasco y lo hizo. Poco después, se hallaba quitando la silla de cuero rojo que la anciana tenía frente al escritorio y encendiendo la computadora. Prefería estar parada que amoldar el trasero allí donde su abuela también lo había hecho. El aparato le pidió una contraseña y Emma introdujo algunas sin resultados favorables. Examinó la oficina en busca de algún indicio, abrió los cajones y revisó los papeles por si su abuela la había escrito en alguna parte, pero se encontró con lo que ya sabía: Olga Barozzi no confiaba las cosas importantes a papeles que podían ser leídos por cualquiera. En eso sí que había sido muy moderna. Suspiró, frustrada, y sacó su teléfono. No le quedaba más remedio que llamar a Joana, pero fue Elena quien contestó. —Hablar con tu esposa, pensé que este era su número —repuso Emma manteniendo la calma. —No tienes que fingir preocuparte por ella. —No finjo. Joana es una de las pocas personas que de verdad aprecio y estoy segura de que muy en el fondo lo sabes. Emma no podía culparla por estar tan enojada, pero necesitaba a Joana y comenzaba a perder la paciencia. —¿Me dejas hablar con ella, por favor? —Lo sé, Ponce, pero necesito hablar con tu esposa. —Está descansando. —Es urgente. —Por más urgente que sea… Lena se interrumpió, intercambió palabras con alguien más y al final, lanzando un gruñido enfadado, le espetó a Emma que no tardase mucho. —M&M —pronunció Joana con la voz apagada. Emma sintió que se le encogía el estómago y todo el peso de la culpa volvió a aplastarle la columna—. ¿Ya acabó el funeral? —Hace unos minutos. —¿Cómo ha ido? —Desconcertante. —¿Por qué…? —Es lo que sucede cuando mueres. —¿No te adora ya? —Fue un accidente —señaló—. Pude haberlo tenido con la motocicleta y terminar peor… Que redimiera culpas, sin embargo, no calmó a la Marquesa, pues sabía que de no haber ido a la fiesta, Joana se habría quedado junto a Elena en la seguridad de su apartamento. Inclusive de haber ido, si tan solo hubiera cumplido la promesa de no beber, Joana no se habría ofrecido a llevarla de vuelta al hotel. Además, mientras iban en el auto, si Emma no hubiera reaccionado tan mal ante la noticia de la muerte de su abuela, el teléfono no se habría interpuesto en el pedal del freno y habrían podido evitar el camión. La presencia de Emma se había convertido en una bola de nieve que chocó tan fuerte contra Joana que le arrancó la pierna de un tajo. —Estoy en la oficina de mi abuela —informó Emma, que necesitaba llegar al grano—. Quiero acceder a los archivos de su disco duro como la última vez. Joana suspiró como si estuviera exhausta. —Te ayudé hace tres años y te dije que esa sería la única ocasión. ¿Sabes los problemas que puedo tener si descubren que me infiltro en las bases de datos de otras personas? —No, no es la única, existe otra persona que también lo sabe. —¿Qué? ¿De quién hablas? —De la propia Yza… —Eso está implícito, no bromees. —No lo hago, Emma. Yzayana sabe perfectamente dónde está y también sabe dónde te encuentras tú. Si no te ha buscado es porque no quiere hacerlo. Acéptalo de una vez. —¿Por qué todos me dicen eso en vez de ayudarme? —¿Con eso quieres decir que no me ayudarás a acceder a la base de datos? Emma apretó la mandíbula, tragó saliva y llenó de aire sus pulmones para luego replicar con frialdad: —Cuídate. Hablamos otro día. Al colgar, se quedó observando el teléfono por varios segundos, incluso cuando la pantalla dejó de brillar y se convirtió en un espejo negro. Un espejo que por la posición en la que se encontraba reflejaba una fotografía en la pared, la misma maldita fotografía que habían ampliado y colocado frente al ataúd, la fotografía donde Olga Barozzi era joven y todavía no parecía haber cometido las atrocidades por las que Emma la odiaba. —Maldita seas —murmuró mientras salía de la oficina. *** Del desastre de la fotografía se encargó rápidamente el personal de limpieza y en las semanas siguientes correría el rumor de que el fantasma de Olga Barozzi había sido el responsable de haber roto su propia imagen. Nadie imaginó que era obra de la Marquesa, ni siquiera el resto de la familia; tampoco es que estuvieran muy preocupados por algo así. En cuanto el abogado entró al despacho, se sentaron frente a él y en lo único que se centraron fue en sus palabras. La decepción del padre de Rousse fue palpable cuando ninguna propiedad pasó a su nombre, pero él había sido demasiado optimista por esperar alguna cosa. Optimista y patético. ¿Emma quedaría como una patética por esperar algo de Olga? Las siguientes palabras lo confirmarían. Emma soltó una risotada medio histérica. La familia entera regresó a mirarla y el abogado carraspeó: —Perdone, señorita Lerroux, creo que no ha entendido… —Seguramente escuché mal —confirmó Emma en tono agresivo—. ¿Acaba de decir que parte de las ganancias se van a destinar a mantener a ese enfermo? —Si se refiere al señor Barozzi… —¡Por supuesto que me refiero a ese monstruo! —Debo recordarle, señorita Lerroux, que lo que está escrito en el testamento es voluntad de su abuela y mi único deber es transmitirla. Emma sacó su teléfono y buscó el nombre del psiquiátrico. —Señorita Lerroux, si me permite continuar… Emma no se lo permitió, siguió rebatiendo hasta que Liliam intervino: —Hija, por favor, el abogado tiene la obligación de leer lo que tu abuela dejó estipulado. Vamos a esperar a que termine y luego platicamos. —¿Cómo puedes estar tan tranquila? —siseó en su dirección—. Las ganancias que se obtengan de tu trabajo van a servir para que ese monstruo disfrute de las comodidades de esa mansión de locos. —Discutirlo ahora no tiene caso. Y salió de la oficina azotando la puerta. Seguramente la calificarían de infantil, Emma lo intuía y le importaba lo de un grano de arroz. La rabia que sentía no se podía controlar con la facilidad con la que manejaba otras cosas; no si se trataba del hombre que le había arruinado la vida —no solo a ella y eso le dolía más—. Las pesadillas al respecto persistían a pesar de los años; aún se veía delante de la cámara, empujada a hacer cosas que no deseaba, que no entendía, todo por una estúpida venganza… Se detuvo al pie de las escaleras y respiró profundo. Las ganas de vomitar eran reales. Cuando se hubo calmado, sorteó los jardines donde una multitud de rezagados se paseaban entre la nieve que ya se derretía. Conocía tan bien los edificios que no le costó nada ir de uno a otro sin ser vista. Joana lo llamó obsesión y Emma no era tan ilusa como para descartarlo, pero creía fervientemente que sus sentimientos no debían amoldarse a los convencionalismos del mundo. Y con el mismo fervor creía que Yza sentía algo parecido, que estaban destinadas a reencontrarse, y no iba a dejar de encaminar su vida hacia ese fin. Mientras vagaba por los pasillos del internado, estaba tan concentrada en aquel brillante futuro compartido que sus pasos la llevaron al pequeño patio interior donde había visto a Yza por primera vez luego de años de ausencia. Por supuesto, la muchacha no había sido consciente de ser observada: aquella chica de quince años estaba sumida en pensamientos demasiado lúgubres como para fijarse en nada más. Si Emma la había encontrado entonces, después de haberla estado evitando por días desde su llegada a la academia, había sido por pura casualidad. La Emma adulta sacó una cajetilla de cigarros y prendió uno con dificultad. Quería mitigar la ansiedad. Trató de imaginar la escena del pasado con todos sus detalles. Sucedió a finales del verano de 2005. El patio no estaba lleno de nieve, sino de hojas amarillentas. Emma observó a la antigua figura de sí misma parando en seco en el pasillo del segundo piso y abriendo los ojos desmesuradamente; pudo recordar como su corazón se saltó un latido para luego acelerarse como el motor de un Fórmula 1. Había divisado a Yza intentando esconderse entre las columnas del primer piso, pateando las hojas secas para tomar asiento, estudiando los esqueletos de los insectos. La mirada dorada de la chica, perdida en el empedrado, parecía esperar algo o a alguien… ¿Y si la Marquesa hubiera bajado los escalones que la separaban de Yza? ¿Si le hubiera confesado la verdad en ese momento? ¿Qué habría pasado entonces? ¿Yza estaría a su lado en el funeral? ¿Ambas se habrían indignado por el testamento de la abuela? ¿Yza se habría enamorado de Emma a pesar de ser…? Emma no podía pronunciar eso último, ni siquiera en su cabeza. Fumó lentamente, escapando a universos donde ambas eran felices. Entonces escuchó pasos y vio que su madre se acercaba. —Si vienes a regañarme… —soltó a la defensiva. —No. En realidad quería asegurarme de que estuvieras bien —dijo Liliam viendo cómo el humo del cigarrillo se disipaba. —Tú y yo sabemos que no estoy bien desde que tenía seis… —Sabes a qué me refiero. Liliam apartó la mirada y su hija le escrudiñó el rostro. —No es posible —murmuró estupefacta—. No me digas que lo has sabido todo este tiempo… —Tenía mis sospechas. —¿Desde cuándo? —¿Importa? —¡Claro que importa! ¿Desde cuándo sabes que ese monstruo pasa sus días en esa mansión para locos? —Entonces fue hace mucho. Y a pesar de saberlo, ¿decidiste que estudiara en la academia, que viviéramos aquí…? —No tenía otra opción, no después del divorcio con tu padre y lo que hizo para «mantenerte a salvo»… —Comienzo a pensar que actuó bien. —¡Te secuestró! ¿Qué querías que hiciera? Tenía que acudir a mi familia, a nuestra familia, para que nos ayudaran. Liliam abrió los labios para replicar, pero se contuvo. ¿Qué podía decir que no fuera una mentira? Emma fijó la mirada en el cofre que sostenía su madre y ella, alentada por su curiosidad, dijo: —Esto es lo que te ha dejado tu abuela en el testamento. —¿Qué tiene dentro? —preguntó Emma. —No lo sé. El abogado me lo entregó cerrado y me dio esto. —Liliam sacó un sobre amarillo. Emma reconoció el sello de la familia Barozzi. Dejó todo a los pies de Emma—. No te diré qué hacer. Puedes quemarlo si quieres, es decisión tuya, pero debes saber que el abogado me dijo que lo que está en el cofre también le concierte a Yzayana y que se lo hicieron saber. —¿¡Eso quiere decir que el abogado sabe dónde encontrarla!? Liliam la detuvo, pues Emma quería correr a buscarlo. —Dudo que se preste a contestar tus preguntas después de cómo lo trataste, pero puedes buscarlo luego en su despacho porque hace rato que dejó la academia. Te pasaré su dirección. Emma suspiró desalentada y Liliam le sonrió, comprensiva. *** Recostada en el asiento trasero del coche, Emma Lerroux observaba pasar el paisaje emborronado con la melancolía tallada en sus ojos grises. Para volver al hotel, el chofer provisional había optado por la ruta panorámica, la que rodeaba la ciudad sirviéndose de las avenidas que cruzaban las montañas. Aún no decidía qué hacer con él. ¿Qué le había dejado la abuela que fuese tan importante como para que concerniera a Yza y que además cupiera dentro de un cofre como ese? ¿Acaso era su manera de redimirse? ¿O terminaría siendo una decepción, alguna forma de regaño, de burla, de escupirles en la cara una vez más? El corazón se le aceleró y comprendió lo peligroso que podría resultar abrir ese cofre de Pandora, así que le pidió al chofer que parara a un lado del camino, en un mirador a orillas del acantilado. Tomó el cofre, el sobre y, después de que el hombre le abriera la puerta, se acercó al borde y a punto estuvo de dejar caer lo que estaba segura de era una nueva ruta hacia el dolor. Nunca sabría exactamente por qué no lo hizo, por qué decidió confiar una vez más en una anciana que solo le había traído desdichas. Apoyó el cofre en sus costillas y regresó al auto, que llegó al hotel en pocos minutos. Una vez en su habitación, abrió el sobre. Cayó una llave plateada que intentó introducir en la cerradura del cofre, pero fue inútil. No eran compatibles. Entonces sacó los papeles que quedaban en el sobre. Era una carta de su abuela. Salió al balcón y leyó las primeras líneas. Emma,
Jajaja, tan Elena
La reconocemos solo por como trata a Emma :v
😂😂
Joana te amo
La amamos. Casi me da cargo de consciencia por lo de su pierna…
Uy dolió….💔
Por lo que sabemos, dice la verdad :C
Confirmo
JAJAJAJAJA
puta madre lena…
Se tenía que decir y se dijo…
Voy a reír para no llorar…
Hagámoslo
Auch
No puedo…no puedo simplemente dejarla ir…
No se puede
El maldito está vivo
Upsi…
Hasta a mí me dan ganas🤮
Nos dan u.u
Desgraciado
Tómate un té Elena
JAJAJAJAJAJA
Maldita vieja
Joana es un sol 🙁
No se merece haber perdido su pierna…
😭😭 Ema
El inicio de la condena
Así es…
¿Y ahora cómo hago para dormir con este chisme sin resolver?
Yo digo que debemos convertirnos en vampiresas…
La llave
Lo malo es que Yza no sabe que abre esa llave porque no leyó la carta…
Liliam supermacy 🛐
Me encanta esa expresión, jajajaja
Oh por Dios!!!! Una llave…..
Una llave de cobre…
😱😱
Bendita vieja, con el bastón que usaba le hubiera dado
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
¿Creerle o no creerle?:O
Pronto lo sabremos u.u
Altas ganas de revivir a la Olga nada más para matarla otra vez
Jajajajaja, el tercer hokage podría hacerlo…
Referencia de Naruto ? 😮
Jajajaja, claro… Tiene mucha curiosidad
Estúpida vieja
AAAAAAAAAA YZA TIENE LA LLAVE
Exacto… 😉
Bingoo
NO MAMEEESSSS AAAAAAA, ya te odio un poco menos vieja Olga
Tal vez la vieja no era tan mala después de todo…
Y la Isa quemando la carta, nopuedeser 😭
Todas queremos golpearla, lo sé…
Maldito
Misterio al instante activado…..
Mi especialidad 😉
PERO QUÉ
No voy a poder dormir en toda la semana pensando en esto, Stefy hacete cargo
Puedo arrullarte si quieres… 😀
Yza va a sufrir un montón cuando se entere de esto, protéjanla plis🥺
Es que no sabes lo que se viene…
Emma no me hagas sufrir así no es sano
Emma no ha escuchado el mensaje…
Oh vamos Stef, ¿ acaso quieres matarnos? 😱
Igual al margen de todo eso, quiero decirte que todos los días te admiro un poco más 😊 Sos lo más 👏👏👏
Quiero matarlas de la intriga, es verdad…
Me halagas. ¡Muchas gracias por seguir apoyando mis historias!
Lo sabia…. y si esto es verdad , puede que una de las ideas que se arremolinan en mi cabeza…. , que tomó mas fuerza desde que releí los libros….. Sea verdad!
Cuenta!!! 🤭🤭🤭
Cuenta x2
Quiero saber cual es esa idea que esta en tu cabeza porfa….
Elena siempre con el odio presente xd
Más aún después de lo que pasó.De hecho, se está controlando…
Amo a joana
No, eso no es una opción para ella
Tienes la boca llena de razón
Valimos…otra vez!
Se la merecía <♡
Vieja desgraciada y enferma igual q el hijo después de muerta sigue desgraciando sus vidas
Cierto…
No puedo creerme aún que esté tipo este vivo, en fin >~<
Debería estar tres metros bajo tierra ;0
3 metros parecen poco, que sean 10
No puedo estar más de acuerdo contigo
Todo culpa de la vieja =/
Es en serio?? 😲 , Yza quemó todo … Cosa que no entendí, gracias por eso escritora 🤭 necesita la otra llave
Yza construyó toda una nueva vida lejos de su familia tóxica, que quemara los documentos fue parte de eso de querer olvidarse definitivamente de eso. Y la llave del cofre es la que Yza recogió del fuego…
Ella tiene la llave :3
¡Exacto!