Cazar el caos
Capítulo 18 – Vendetta
La periodista se quedó pensativa y, con esponja en mano, continuó enjabonando a Vespa mientras Emma lo sostenía. Vespa, a diferencia de Ikal, había conseguido su nombre gracias al vehículo que casi acaba con su vida. En la clínica veterinaria, la recepcionista les había exigido algunos datos para llenar la ficha de ingreso, y como si Yza y Emma se hubiesen puesto de acuerdo, aquel nombre había brotado naturalmente de sus bocas al unísono. Vespa parecía un perro adecuado a las tormentas —imaginó Emma a pesar de que nunca podría confirmarlo—; incluso parecía de los que se iban a nadar en las aguas del Mediterráneo. Se metió en el jacuzzi como si estuviera acostumbrado a recibir un baño en el penthouse más lujoso del paseo marítimo y, aunque Emma lo sostenía del lomo por precaución, el animal no daba muestras de querer salir corriendo y dejar espuma en los rincones. Estaba muy a gusto recibiendo una vivificante enjabonada por parte de Yza. —Cuando sacaba la lengua parecía que sonreía —articuló la periodista con los ojos perdidos en el pelaje de Vespa, que poco a poco iba recuperando un color acaramelado—. Hablo de Ikal. Lo recuerdo. Era silencioso. Se pasaba las mañanas olfateando el bosque. En las noches despejadas, la luna sacaba destellos a su pelo gris. —Tu madre lo encontró en el bosque cuando era un cachorro. —¿Lo encontró así nada más? —preguntó Yza. —¿Quieres que te cuente la historia? La periodista asintió. sentado a los pies de un árbol y con la mirada perdida en las ramas. Ylari pensó que intentaba cazar una ardilla o un pájaro, pero pasaron los minutos y ninguna criatura dio señales de estar escondida ahí. Tu madre le preguntó al perro que qué se suponía que estaba haciendo sentado allí, mirando un árbol donde no ocurría nada interesante. Él se acercó a ella y con la misma tranquilidad con la que veía el árbol, la acompañó a casa. Cuando mi madre le preguntó que de dónde había sacado al cachorro, Ylari le dijo que lo había hallado buscando espíritus en el bosque. De ahí provino su nombre. Yza sonrió con ternura. —Por desgracia, Vespa no puede alardear de que su nombre tenga un origen tan místico —indicó, acariciando la cabeza del perro con la esponja. El can cerró los ojos y movió la cola. —Tuvo la suerte de vivir para contarlo. No todos podemos jactarnos de llamarnos Ikal o Yzayana. La mayoría de los mortales hemos sido nombrados con humildad. La periodista se echó a reír. —¿Hablas de humildad, Marquesa de Lerroux? —Intentaba explicarte el significado de mi nombre. —Como usted diga, princesa Yzayana. —Y para acentuarlo, Emma alzó el dobladillo de su blusa e hizo una reverencia. Yza soltó una carcajada y le lanzó la esponja contra las piernas—. ¿Qué modales son esos? Una vergüenza para la familia real, sin duda, una completa vergüenza. La cantante le arrojó la esponja de vuelta. Levantó la ceja cuando la periodista le devolvió el tiro. Yza sonrió maliciosa e intentó un tiro de tres puntos directo a la cabeza de Lerroux, pero la esponja pasó por encima y Emma soltó una carcajada. —Parece que tus años de gloria ya pasaron, Amaru. Lo único que te queda es un camino largo y tortuoso hacia la vejez. Y hacia no poder atinarle ni al cesto de la basu… Emma no pudo continuar porque una gran cantidad de espuma entró en su boca. Tosió y persiguió a la culpable alrededor del jacuzzi advirtiéndole que la arrojaría con Vespa. En eso entró Casandra y se quedó boquiabierta mirando el espectáculo. Emma detuvo la persecución y se pasó la mano por la cara, donde aún quedaban vestigios de espuma. —¿Qué sucede? —preguntó con demasiada seriedad. —La cena acaba de llegar —dijo Casandra, todavía perpleja—. Dijiste que necesitabas lo del cangrejo… —¡Ah, sí! Iremos enseguida. —¿Qué haces? —farfulló Yza. —Entraré a la ducha con Vespa para quitarle el jabón. ¿O prefieres hacerlo tú? Emma cargó al perro cuidando de que su pata permaneciera dentro del plástico con que habían protegido la férula. Vespa se sentó bajo el agua de la ducha muy a su aire. Definitivamente, aquel era un ser acostumbrado a las tormentas. *** Casandra y Becca habían salido al balcón. La primera para fumar, la segunda porque sus estornudos no cesaban. A pesar de la férula, Vespa caminaba por el penthouse olisqueando los rincones. La veterinaria había dicho que, a juzgar por las cicatrices que encontró en su cuerpo, era un perro viejo y curtido, un solitario ganador de mil batallas. Emma sonrió con ternura y se agachó a acariciarle el lomo cuando Vespa se paseó entre sus pies. Al levantar la mirada, encontró en la de Yza cierta calidez. Fue apenas un destello antes de que endureciera la expresión y continuara navegando por los archivos de la tarjeta de memoria. —Hay demasiadas carpetas —suspiró. —Esa es una buena noticia. —Nos tomará un tiempo revisar todas a detalle. El hilo de sus pensamientos se desplomó de repente porque ahí, en la pantalla, había aparecido el rostro de un hombre sonriente. Ambas se estremecieron. Alguien le había tomado la foto en un restaurante y se notaba que a escondidas. El título del archivo les indicaba quién aparecía retratado, pero lo habían reconocido por los relucientes ojos dorados. Aquel era Hugo Ferrer-Barozzi mostrando una sonrisa de oreja a oreja que acentuaba las arrugas de su rostro. Se veía pequeño y enjuto en la silla de ruedas. De traje, sí, pero sin duda nadie a quien temer a primera vista. Abrieron una segunda carpeta que tenía por nombre: «Vida y atrocidades de Hugo Ferrer». Contenía archivos de voz. Estaban numerados. —Escuchemos el primero —manifestó Yza y lo abrió. —No quiero que mi nombre salga en ningún lado —dijo una voz áspera y cansada. —Mantendremos tu anonimato como lo discutimos… —Más te vale. Si caigo, caerán ustedes, que lo sepas. —Tranquilo. Te aseguro que protegeremos tu identidad. ¿Puedes contarme lo que sabes de los Ferrer? Cuantos más detalles, mejor. —Me importan un carajo los detalles. Un carajo, te lo juro. No me pidas detalles de esa época. Te contaré lo que recuerde y se acabó. Todo esto me pone nervioso. —Está bien, cómo tú quieras, pero cuéntame lo que sepas. —Vivíamos en un pueblo cerca de Nápoles. Los Ferrer eran los dueños de un castillo a las afueras, un lugar ruinoso rodeado por viñedos carbonizados. Se decía que habían sido muy ricos en otro tiempo, pero que una maldición los había arruinado. —¿Qué clase de maldición? Sin embargo, el niño sobrevivió. Sus parientes de Nápoles llegaron a cuidarlo. Intentaron rescatar las vides, pero una vez se quema la raíz no vuelven a dar fruto. Usaron la tierra para cosechar otras cosas, verduras de poco monta y algunas frutas. Nadie podría decir que no se partían el lomo. El padre de Hugo, Giovanni Ferrer, el niño que sobrevivió al incendio, era un tipo duro, un toro de ojos dorados. Plantaba, cosechaba y tiraba de su carreta por las calles empedradas, ofreciendo la verdura a todo pulmón. La chica más guapa del pueblo se casó con él a pesar de las advertencias sobre la maldición que cargaba el apellido Ferrer. Supongo que uno no cree en esas cosas hasta que las desgracias comienzan a pasar. La muchacha parió enseguida, una hija tras otra. Cuatro en total antes de cumplir los treinta. Todas preciosas, con ojos dorados. Cuando las conocí, sin embargo, habían sido despojadas de su alma. —¿A qué te refieres? —Yo nací después, cuando todo había pasado. —¿Qué había pasado? Los soldados fueron al castillo. Giovanni no los recibió con frutas y flores, sino con un fusil. Los soldados lo desarmaron y violaron a sus hijas. No se sabe cuántos pasaron por cada una, pero el eco de sus gritos, que repercutía contra la colina del pueblo, no cesó hasta el amanecer. A mi madre, que siempre sufrió de los nervios, le afectó tanto que comenzó con la labor de parto para traerme al mundo. Pobre mujer. Por eso conozco tan bien esa maldita historia. Mi abuela me la contaba cada vez que se aburría. Los soldados, no contentos con lo que habían hecho, se orinaron en los cultivos de los Ferrer y se fueron tan tranquilos como habían llegado… El entrevistador continuó: —El mejor de los tiempos, el peor de los tiempos. Se puede usar esa frase para describir cualquier época, ¿no es así? El entrevistado se rio amargamente. —Para los Aliados era el mejor de los tiempos. A nosotros nos dejaron en la confusión y en la miseria, con el país partido por la mitad, con nuestras tropas matándose entre sí. Esa grieta nunca sanó, ¿sabes? Pero qué vas a saber tú de nuestras circunstancias. Mientras yo me nutría de mi madre, ella se alimentaba de ratas y palomas. Muchos abandonaron el pueblo y se marcharon a Roma, Nápoles o Milán en busca de fortuna. Otros se fueron mucho más allá, en gigantescos buques que cruzaron el océano y donde la mitad de los pasajeros se contagiaba de tuberculosis. Era ir a vivir la miseria en calles distintas y lejos de la familia. A los Ferrer no se los vio por mucho tiempo. Todos temían la vendetta de Giovanni. Los soldados le habían contado sobre los dedos del pueblo apuntando hacia su castillo, señalando a sus hijas. —¿Y qué es lo que había sucedido con ellos? —Yo qué sé. Regresaron un día así nada más. Cuando yo tenía siete los vi por primera vez. Giovanni apareció con su carreta, acompañado por dos niños, Bernardo, que tenía mi edad, y Hugo, dos años menor. Estaban sentados entre las verduras mientras su padre las ofrecía a todo pulmón. —El pequeño era Hugo Ferrer, ¿no es así? En los cincuenta las cosas estaban mejor. Se abrieron negocios. Los Ferrer alquilaron una casa en el pueblo y pusieron una verdulería. A los diez años yo iba a comprar ahí. Me atendía Bernardo, mi contemporáneo. El chico era un toro con ojos dorados, como su padre. A los diez ya aparentaba quince. La familia comenzó a ser muy respetada en el pueblo. Giovanni fiaba a las personas y era justo para pesar y cobrar. Durante las fiestas, los Ferrer lanzaban cohetes en la plaza, repartían confites, eran invitados de honor en las bodas. Pero nadie quería casarse con sus hijas, no solo porque estaban mancilladas, sino porque lo de la maldición seguía muy presente en la memoria del pueblo. A las hijas se las veía en contadas ocasiones. Mi padre decía que habían perdido la belleza. A mí no me lo parecía, pero qué iba yo a saber si ni pelos en los huevos tenía. La gente decía que en los rostros de las muchachas había una marca invisible y a la vez imborrable. En una ocasión una de ellas llegó acompañada de un niño rubio de ojos azules, un perfecto yanqui. Observé cómo Giovanni y Bernardo lo despreciaban. —¿Y los Ferrer no hacían nada por defenderlo? —Bernardo nos hubiera roto las costillas de haberse enterado, pero Hugo no nos delataba, se quedaba callado, aguantaba, y así se fue ganando nuestro respeto. —¿Qué clase problemas? —Las familias se endeudaban con los Ferrer, los intereses crecían y cuando la deuda se hacía impagable, Giovanni pedía una mujer a cambio. —¿Una mujer? ¿Abusaba de ellas? —¿Cómo es que las familias accedían a prostituir a sus mujeres? —Giovanni ya era muy poderoso por ese entonces. Tenía al pueblo en sus manos. Era el encargado de proveer la comida y la diversión. Había invertido su dinero en armas. Los Ferrer iban armados. Nadie podía hacerles frente. Claro que todo esto era un secreto, algo que se sabía, pero de lo que no se hablaba. ¿Sabes sobre la Ley del silencio? Yo lo supe después, quiero decir, lo de mi madre. De haberlo sabido antes, por mi honor que le hubiera partido la cara a Bernardo. A Hugo no, de su familia él sabía menos que yo. —¿Cómo que sabía menos? —Lo protegían de la verdad. Era el consentido de todos. Debido a su talento, Giovanni le auguraba un gran futuro lejos de los negocios sucios de los Ferrer. Creció ignorante de lo que su familia hacía. Pero un día, la verdad lo golpeó de pronto. Nos había invitado al castillo para ayudarnos con una tarea de latín. Escuchamos risas y bajamos a una bodega subterránea. Había barriles apilados y nos escondimos tras ellos. Lo que vimos nos marcó. Bernardo, el hermano al que Hugo tanto admiraba, y sus primos, estaban abusando de una compañera de nuestra clase. La chica lloraba en silencio. Hugo se armó de valor y salió a defenderla. Bernardo le gritó que no se metiera en sus asuntos y corrimos escaleras arriba… Entonces el desconocido continuó con voz sombría: —Es probable que el Hugo que estás buscando haya nacido esa tarde. Era un muchacho sensible y frágil antes de eso. Amaba a su familia. Admiraba a su hermano y a su padre. Si alguna vez escuchó rumores sobre ellos hizo oídos sordos. —¿Crees que lo que vio fue un trauma para él? —Lo fue para todos, aunque en ese momento no lo admitiéramos. Habíamos crecido con aquella chica. Éramos unos patanes con ella, sí, pero no llegábamos a los extremos y hubiéramos dado nuestra vida defendiéndola de gente extraña. Era la ley del pueblo. —De un pueblo que no iba a repetir los errores del pasado. Hugo no volvió a ser el mismo. Unas semanas más tarde nos dijo que su familia era asquerosa y que quería marcharse lo antes posible. Y lo hizo. Se marchó a Florencia en cuanto nos graduamos. Se fue a estudiar música. Supimos que se había enamorado de una chica preciosa de buena familia y que se había desligado de los Ferrer, adoptando, inclusive, el apellido de la chica. Para entonces los Ferrer eran una mafia, una camorra. Y eso es todo lo que puedo decir sobre ese asunto.
Que quiere que la bañe Yza, dice
JAJJAJAJAJAJAJAJA Emma y sus pensamientos JAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAAJAJ un móvil no están útil en estos casos Emma querida
Que tiempos. 🥲
AAAAAAAAAA, GRITOS DE PERRA LOCA.
Yo tenía un perro, pero se lo robaron, la triste historia de mi vida
Quien pudiera 7u7
Emma queriendo estar en su lugar, tenía que ser ella
Mas despacio velocista
Se cambian los papeles. 🙁
Como si no hubiese pasado el tiempo, lo recuerdo como si fuese ayer
Sigo sin confiar en el perro, pero gracias por esto.
Son dos niñas chiquitas, lo siento pero parecen una pareja de 15 años *se emociona como loca*
Ni 5 minutos pasan y ya quiere pasar al siguiente nivel
Justo en la nostalgia
Quién no estaría a gusto con que su prima la bañe???
Estoy atesorando este momento 🥺
Basta lloro
MIREN EL BIEN QUE SE HACEN CUANDO NO PELEAN MENZAS
Tranquilo Ned, piensa en la biblia
Gay panic
Como me dejas así, terminé enganchadísima 😩
Meté a la novia en una valija y mandala de vuelta a América
Pero qué tiene esta familia con las violaciones, que miedo
Al final Yza tenía razón cuando decía que quería ser simplemente una Amaru, demasiado complicada esta familia
Nopuedeser, quédense juntas ya maldita sea 😭
No es una crítica ni nada por el estilo pero alguien más siente que en los últimos capítulos todo avanza muy despacio? invadamos el búnker de stefy para ver los demás capítulos ahre
A mí parecer no, tal vez quisiéramos tengan más acercamiento ellas pero deben primero deshilar todo lo que las llevo a dónde están y entender el porqué. Hay que recordar que tienen un pasado maldito y por esa razón Iza se alejo años.
Si eso lo entiendo aunque yo no me refería solo a la relación de ellas sino a todo en general, por ejemplo becca o lo de marcus; todavía tengo preguntas del primer libro ajjajaa pero confiemos en stef
Síii, creo q dejaré pasar un par de semanas para sentir que avanzo (a ver si aguanto 😉)… interesante pero lento… supongo que es la intención de la escritora 😬 ¡saludos!
Puff! Que fuerte pero cierto, engrandecen el ganar pero no las atrocidades que hicieron.
Va más allá de una simple maldición todo esto
Ahh ya entiendo el título «Vendetta»
Todo esto es una conspiración. Siento que el perro sabe más de lo que creo, pues ya está grande, no tengo pruebas, pero tampoco dudas
Exacto, si no te pasa a ti te callas pero si te toca a tí ahí si pides justicia?
Una de mis frases fav de Charles Bukowski 🙌🏽
JAJAJAJAJAJAJJA pienso igual que Emma
Que contradictorio, siento como si hubiese pasado una eternidad y al mismo tiempo como si hubiera sido ayer:(
La hipocresía de las personas. Con esto tengo más preguntas qué respuestas, unas se aclararon pero … debe haber más cosas, se separo de su familia pero su hijo ¿que? ¿Le contó las cosas? ¿Por qué se fue a ese lugar? ¿Por que hizo lo que hizo?
Y que se encuentran, ntc
Si claro, por el baño verdad?
Normal que me imaginé a Emma en ropa interior de encaje negro?🛐
Muy normal
Pobre yza :((
Aww pero si son todas unas novias
Es un padrino
Yo tenía una que se llamaba Pinki… La muy pendeja salió a la calle y lo atropellaron enfrente de mis narices, lástima me dio porque ese día se casaba mi tía y no llegó a ver la boda de su dueña
Esta familia cada vez da más miedo, Yza, Emma y becca metidas en la boca del lobo encima, cuídense porfa
Ya llegué 😎(?
jajajaja ,picarona 😏😏😏.
El perrito todo agusto 🥺
Q bonito eso 🥺
Jajaja, q linda historia ❤️
JAJAJJAJ ,buenos tiempos
El perro: y yo que? Estoy pintando o que? 😡🐶
Ahhhhhh,q lindas 🥺🥺🥺😭😭😭😍😍🥰😍😍