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Hoy sale a la venta Girl. Girl. Girl. y para que conozcáis mejor a su autora, Ros Serra, compartimos con vosotras una entrevista que le han hecho las lectoras del libro. ¡Sois las mejores entrevistadoras!

¡Buenas!

Dejé que la gente que me sigue me hiciera preguntas para conocerme mejor y aquí están, recién salidas del horno y con mucho cariño:

¿Haces teatro?

Así es. Soy una actriz novata trabajando en el teatro más adorable del mundo, rodeada de profesionales y sin dejar de aprender.

¿Cuál es tu libro favorito?

Es imposible para mí tener un libro favorito. He leído muchos, la mayoría me han encantado y son muy pocos los que no me han cambiado la forma de ver las cosas, por lo que es extremadamente difícil escoger solamente uno. Quizás es que no he encontrado el libro de mi vida.

¿Cuándo y por qué te empezó a interesar el arte?

Según cuenta mi madre, cuando era bebé ella me ponía en la hamaquita frente a un póster de un cuadro de Van Gogh que hay en mi salón y me pasaba horas mirándolo. No tengo recuerdos de empezar a interesarme por el arte, pero siempre ha estado ahí.

¿Por qué decidiste estudiar un bachiller de artes?

Porque el arte es una vía de escape, es el hueco que tenemos las personas que no encajamos con el resto. Además, quería aprender a dibujar en condiciones.

¿Qué es lo que más echas de menos de tu infancia?

No tener responsabilidades, los chicles Boomer y ver todas las series chulas de Cartoon Network que ya no echan en la tele.

¿Cuál es tu mejor recuerdo de la escuela?

La vez en la que le gané una partida de ajedrez al director, y el jefe de estudios se rio de él por haber perdido contra una niña de doce años.

¿Cuál era tu profesión soñada de pequeña?

Quería ser astrónoma y maestra, pero después me di cuenta de que ni los niños ni la ciencia se me daban bien. Una pena.

Si pudieras llevar tres cosas a una isla desierta, ¿cuáles serían?

Me llevaría tres bolsillos de Doraemon por si acaso uno no funciona.

¿A dónde viajarías?

Siempre me ha llamado mucho la atención el norte de Europa, sobre todo el Reino Unido e Islandia. También iría desde Canadá hasta Argentina, pasando por toda América.

¿Qué idiomas hablas?

Hablo español como lengua materna (como es obvio), me defiendo bastante bien en inglés y no voy a dejar de estudiarlo nunca. Sé decir un par de cosas básicas en italiano, pero si fuera a Italia no me entendería nadie.

Si pudieras viajar a un suceso histórico, ¿a cuál sería?

Me iría a reventar buzones con las sufragistas, a correr delante de los policías en Stone Wall Inn o a manifestarme en contra de la guerra de Vietnam. Vamos, a donde sea para reivindicar.

¿Fue fácil volverte vegetariana?

Sí, más de lo que creía. El truco está en pensar en lo que te quieres comer, en lo que ha tenido que pasar hasta llegar a tu nevera, y del asco y la rabia no comes. Es cuestión de fuerza de voluntad.

¿Qué clase de música te gusta escuchar?

Oscilo entre el indie, el pop y el rock. Y lo que quiera que sea Twenty One Pilots.

¿Cuál fue la peor pesadilla que has tenido?

He tenido muchas pesadillas a lo largo de mi vida, al menos una por semana, y no sabría decir cuál de todas ha sido la peor. Tengo un control peculiar sobre las cosas que sueño y suelo ser consciente mientras duermo de que estoy entrando en una pesadilla. Normalmente pido un paraguas, o me miro las manos si la cosa ha llegado lejos, para despertarme o cambiar de escenario. Suelen ir sobre que algo me persigue, o que pierdo a mis seres queridos. Son bastante normalitas.

¿Quién es tu persona favorita en el mundo?

Sin sonar egocéntrica, soy yo. Soy la única persona con la que voy a pasar toda mi vida, a la que conozco del todo, a la que he visto avanzar y a la que he aprendido a querer de verdad. Creo que todo el mundo debería ser su propia persona favorita.

¿Cómo descubriste tu orientación sexual?

Esta es la pregunta que más me habéis hecho y no tenía intención de contestarla, pero creo que tiene su pequeña importancia. Yo tenía catorce años, fue el día en el que celebraba mi cumpleaños y llevaba tiempo fijándome en algunas chicas de mi instituto. Pensaba que simplemente quería ser como ellas, porque eran guapas y atractivas, pero no era así. Creía que me gustaba un amigo mío, quizás porque era uno de los pocos chicos que hablaba conmigo y le gustaba más o menos la misma música que a mí. Pero cada vez que pensaba en tener algo con ese chaval, me venía a la cabeza una chica. Llegué a pensar que era lesbiana, en esa fiestecilla de los catorce, y me puse a prueba rodeada de mis amigas pensando en qué pasaría si me liara con alguna de ellas. Sinceramente, me daba miedo sentir lo que sentía, así que me lo tragué todo hasta los diecisiete años, cuando me pillé por una muchacha que iba a mi clase y con la que no hablé nunca por vergüenza. Chicas, no tengáis jamás miedo de sentir algo por otra chica, no merece la pena.

¿Desde cuándo usas pintalabios rojo?

El año pasado empecé con un cambio personal para aumentar mi autoestima. El cambio se basaba en sentirme sexy todos los días, así que empecé a ponerme faldas en primavera, a atreverme con los labios rojos y a no salir a la calle sin creerme una diosa. Tengo literalmente dos pares de pantalones: unos de chándal y unos vaqueros. El resto de mi armario son faldas y vestidos. Me pinto los labios hasta con chándal, para ir a comer a casa de mi abuela que vive en mi misma calle, para darle la vuelta a mis perros o para comprar el pan. No salgo de mi casa sin pintármelos, porque me empoderan. No me puedo creer que lleve casi un año haciéndolo, ¡el tiempo vuela!

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