«Escritora, escritora».
Es septiembre de 2004. Es el año en que ha fallecido Carmen Laforet. También, en el que la literatura deja de enseñarse en los institutos. Una joven de catorce años, Melancolía, aterriza en Melilla, con la única compañía de su madre y los vestigios de una enfermedad extraña que empieza a fraguarse en ella. Atrás dejan su Galicia natal, la pequeña vida conocida.
Varios años más tarde, mamá ya no está. Sin previo aviso, como una amenaza irresistible, aparecerá en Melancolía la necesidad de escribir una novela sobre la que fue su profesora de literatura cuando era niña, una misteriosa muchacha con nombre de mes.
Esta herida literaria dañará a pasos agigantados su presente. Conviviendo con una gata que parece detestarla e intentando comprender el amor, comienza una búsqueda desesperada por hacer crecer una insólita amistad.
La herida de la literatura es la cuarta novela larga de la autora coruñesa. Valiéndose de sus propios pedazos, Miriam utiliza esta historia para unir los trazos de algunas de sus mayores obsesiones: el dolor que le provoca la literatura, lo complicado de la amistad, las mentiras del amor y los rincones que ya no le pertenecen.
A caballo entre la realidad y la ficción, viajamos entre el pueblo de su niñez, Carballo, y la exótica ciudad de Melilla. Con La herida de la literatura ha pretendido acercarnos un poco más su manera de entender la vida, de curarse del dolor y de normalizar las enfermedades mentales, las distintas maneras de amar y los tabúes sobre la intensa relación materno-filial.
Tabita –
Una realidad vestida de distopía. Si ya el mundo es crudo, un mundo donde la literatura está aprisionada más aún. Esa forma en la que la lectura y escritura está oprimida y vigilada al dedillo se proyecta en la protagonista que, como muchas mujeres vemos nuestra libertad menguada por prejuicios, miedos, los fantasmas de la mente, el amor, los lazos familiares y la búsqueda de la madurez.
Somo más libres que nunca pero seguimos sin poder serlo en el pleno sentido de la palabra libertad.