Cazar el caos
Aviso de contenido
Este capítulo puede contener escenas sensibles para algunes lectores (abusos sexuales y agresiones físicas explícitas).
Capítulo 27 – Desaparición
La Marquesa insistió. Ponderó que tirar de ese hilo podría llevarlas directo a Hugo Ferrer. Imposible dejar pasar una oportunidad como esa y no confiaba en nadie más para hacerlo que no fuera su amiga de toda la vida. Le prometió una cantidad exorbitante de dinero, aunque estaba segura de que si Joana la ayudaba o no, no dependía de la pasta. Al final aceptó y Emma se comprometió a revisar en tiempo récord la información que les había dejado Olga Barozzi, por si encontraba allí algo al respecto de las investigaciones sobre la parálisis. Cuando colgó, notó que Yzayana no había regresado. Salió al corredor con Casandra pisándole los talones, pero la periodista no estaba ahí. Los guardaespaldas les informaron de que se había marchado por el pasillo. —Nos pidió que no la siguiéramos —concluyó el hombre. —¿Y ustedes le hicieron caso? —soltó la Marquesa, irritada. —Se veía triste y nos pidió discreción —comentaron. Mientras Casandra se comunicaba con el resto de su equipo, Emma llamó a Yza al móvil. Le saltó la grabación de que el dueño de la línea se hallaba fuera de cobertura. —No —soltó Emma, cada vez más asustada—. Me sale el mensaje de que se encuentra en una zona fuera de cobertura. —Pero ¿cómo puede estar en una zona fuera de cobertura? *** Liliam comenzó a llorar, la tenía en mi regazo. Ni mi sueldo ni el de Hugo eran suficientes para darnos el lujo de contratar a una niñera. La academia todavía funcionaba en el antiguo edificio del centro de Akatoria, una construcción que llevaba en pie trescientos años y que tenía fallas por todas partes: los techos goteaban, las tuberías saltaban, el tejado había que repararlo cada invierno, una plaga de roedores nos hacía comprar cantidades enormes de veneno. Mientras daba mis clases, dejaba a Liliam con mi tía en su despacho de directora. Por las tardes, cuidaba de ella mientras calificaba los ensayos de las alumnas en mi aula. Liliam no paraba de llorar mientras la chica que tenía delante, ¡la niña que tenía delante!, decía que mi esposo la había embarazado. No la creí. ¿Cómo iba a creerle aquella mentira? Precisamente era esa la chica que levantaba rumores por su personalidad díscola. Los chicos de los colegios aledaños la esperaban en la escalinata de la academia los días que tenía permiso para salir. Era burda, hablaba a gritos, decía groserías, en su expediente constaba que se alcoholizaba y fumaba en los baños, sus compañeras la llamaban «india roñosa» y se alejaban de ella arguyendo que olía mal, que tenía piojos, que ni siquiera hablaba bien el español. Era hija de un comerciante indígena que tenía dinero, pero poca cultura. Le había tenido lástima e incluso tratado de defenderla, pero mientras lloraba frente a mí entendí que sus lágrimas no me conmovían. Las de Liliam me dolían más. La niña quería leche y yo no tenía, no podía dársela. La acerqué a mi pecho y buscó algo a lo que aferrarse; y yo, cansada de las dos niñas que gimoteaban, dejé a Liliam sobre los ensayos y abofeteé a la chica que tenía delante. Las palabras que mi hermano dijo en el bosque reverberaron en mi garganta, le grité que era una puta, que no pretendiera implicar a mi esposo en sus artimañas. Que sabía que se acostaba con los chicos de no sé qué colegio, que se fuera y arreglara su vergüenza, que, si estaba embarazada, tenía que hacerse cargo ella. Las mujeres teníamos que hacernos cargo cuando le hemos abierto las piernas a cualquiera. La chica se marchó para no volver en mucho tiempo. Esa noche, mientras cenábamos, quise preguntarle a Hugo, quise encararlo. Llevaba meses taciturno, estábamos pasando por un mal momento. Ambos lidiábamos con nuestras sombras y nuestro infierno. Callé. Miré el techo, las paredes, la humildad de nuestra nueva casa. Se caía a pedazos sin que nos diéramos cuenta y no tenía fuerzas para enfrentar un derrumbe aún mayor. Liliam se llevaba las pocas ganas de respirar que me quedaban. Su llanto, su desesperación, su búsqueda de leche materna me tenían al borde de una crisis nerviosa. No sabía qué hacer. Estaba fallando como madre y esposa. Había fallado como profesora y amiga. Le había fallado a mi familia entera. Fallar de nuevo no era una opción. Cerrar los ojos e ignorar los cadáveres en el camino era lo único que podía hacer si quería seguir avanzando. *** —Bernardo, concéntrate, por favor. Quiero más detalles al respecto, todo lo que puedas recordar. Lo que escribiste en esta hoja no me sirve. —¿Quieres que te dé detalles de cómo me castraron? Estás imbécil. —No sobre eso exactamente, sobre lo que sucedió antes, sobre la orgía. ¿No tenía un nombre especial? La risa de Bernardo estalló en la grabación. —Está bien, como quieras. Háblame de eso. —Ya te dije que lo hacíamos una vez al año. Con dos meses de antelación escogíamos a las que más nos gustasen. Recorríamos los establecimientos que teníamos en Nápoles. Las apartábamos para que no tuvieran relaciones con ningún cabrón hasta el día de la orgía. Les hacíamos exámenes médicos y todo eso. No queríamos contraer ningún bicho. —¿Quiénes participaban en la orgía? —Todos los Ferrer. Mis tíos, mis primos, mi padre y yo. Alquilábamos una casa para eso, la rodeábamos de guardaespaldas y nos encerrábamos el día entero. Consumíamos coca y LSD. —¿Nadie sospechó lo que pasaría? —¿Cómo es que las chicas tenían cuchillos? —Estaban escondidos en la casa, en cada habitación. Después de que tragáramos esa cosa que no era LSD, fue tan fácil como sacarlos de los escondites. Yo la vi buscar por la habitación mientras estaba paralizado. Vi a la puta ponerse sobre mí y sujetarme el miembro. Lo había estado lamiendo hacía nada. Puso el cuchillo en la base y lo cercenó. No sentí dolor. Vi la sangre salir a chorro como si le perteneciera a otro hombre. A ella la salpicó entera, pero estaba feliz. Tomó los testículos e hizo lo mismo. Me los enseñó como un gran trofeo, los guardó y se fue a escuchar tras la puerta. Yo tenía un guardaespaldas apostado al otro lado. La muy puta comenzó a gemir, a hacer su teatrito. Regresó a mí, tomó mi mano, vio mi reloj y volvió a apoyar la oreja en la puerta. Escuché disparos. —¿Eran los del otro clan? —Esos bastardos lo calcularon a detalle. Los muy hijos de puta les habían prometido libertad y protección a cambio de traicionarnos, y ellas accedieron. Lo planearon por meses. —¿Castraron a toda la familia? —¿A Hugo no le hicieron nada? —Lo intentaron, pero el malnacido tuvo suerte. Siempre ha tenido suerte. —¿Qué clase de suerte? —Mi padre había mandado a dos guardaespaldas para que lo cuidasen en Florencia. Sabía que nuestros enemigos podían usarlo en nuestra contra, como después terminaron usando a los hijos de mis primos. El día de la orgía, Hugo se encontraba en la fiesta de su compromiso. Sus guardaespaldas notaron a unos hombres sospechosos fuera del edificio donde realizaban la celebración. Redujeron a los sicarios y les hicieron confesar. Entonces alertaron a Hugo del peligro y viajó a Nápoles de inmediato. Llegó tarde. Mi padre ya había fallecido, los niños habían sido secuestrados… Yo sabía que no le dolía que hubiesen arrancado nuestra simiente de la faz de la tierra, pero tras él llegó el hermano de su prometida, se enteró de quiénes éramos y corrió a decírselo al suegro, que deshizo el compromiso, repudió a Hugo y le prohibió acercarse a su hija. La encerró en su casa. —¿Y qué hizo Hugo? Bernardo se echó a reír. *** Castraron a los Ferrer. Alesso regresó con la noticia. Llevaba semanas vigilando a Hugo con ayuda de unos amigos. Cuando fueron a buscarlo a la fiesta de compromiso, lo siguió hasta Nápoles. Lo había visto llegar al hospital donde estaba internado Bernardo y había escuchado cómo les gritaba a los carabinieri apostados en la entrada quién era él y a qué venía para que lo dejaran pasar. Había leído el apellido Ferrer en la prensa napolitana, lo único que tuvo que hacer fue sumar dos más dos. Una vez de vuelta en casa, le lanzó los periódicos a mi padre y le espetó que aquel era el que perpetuaría el apellido Barozzi. Un mafioso, un miembro de la Camorra, un hijo de asesinos y traficantes de mujeres. Esperamos el regreso de Hugo para pedirle explicaciones. Tardó cinco semanas. Me llamó varias veces en el transcurso de ese tiempo. Dijo que lo retenían cuestiones familiares, lo cual no era una mentira, y que tardaría más de lo esperado en volver. No tenía idea de que Alesso lo había seguido, que lo sabíamos todo. Fui comprensiva, pero no le confié lo que habíamos descubierto. «Tómate el tiempo que quieras, aquí te espero», le dije. Lo amaba. Estaba segura de que en sus manos no figuraban los pecados de su familia, porque mi familia tampoco me representaba. Cuando Hugo regresó, papá no me dejó verlo a solas. Lo llevó a su despacho y lo interrogó frente a mi hermano y a mí. Hugo se encorvó como si cada palabra de mi padre le cayera en la espalda a modo de golpe. No negó las acusaciones que se cernían sobre su familia, dijo que debido a eso había renegado de su apellido, que se había mudado a Florencia para alejarse de los negocios turbios que nada tenían que ver con él, que los repudiaba. Hugo enmudeció. Semanas después me confesaría lo mucho que le había afectado ese rechazo. Regresaba de enterrar a su familia. Se sentía perdido, asustado, su madre había caído enferma de dolor, sus hermanas tenían episodios de pánico, su hermano estaba por enfrentar un proceso judicial, los más pequeños de la familia habían sido secuestrados. En Florencia esperó hallar el apoyo que necesitaba, en mi padre la mano amiga que lo ayudaría a salir del hoyo. En vez de eso se encontró con que nunca había sido un Barozzi, que lo repudiaban. Las puertas de su único refugio se le cerraron en las narices y yo quedé tras ellas, atrapada. De pronto me convertí en prisionera en mi propia casa. Hugo se había marchado en silencio y sin presentar pelea. No estaba segura de lo que eso significaba. *** —¿Por qué no había nadie vigilando las cámaras? —rugió Casandra. —¿Política del hotel? —La brasileña enfocó su rabia en los italianos sentados frente a las pantallas y murmuró un insulto en portugués—. Emma, ¿puedes preguntarles por qué mis hombres permanecieron una hora en el pasillo mientras ellos reiniciaban las putas cámaras? Los italianos respondieron con voz monótona que era política del hotel. Que nadie que no perteneciera al personal podía estar presente mientras se introducían los códigos de inicio y que si tenían un problema con eso hablaran con el gerente. Cas pidió ver las grabaciones de la hora en que los guardaespaldas habían estado fuera y los italianos respondieron que, debido a la falla de energía y al reinicio, no se había grabado nada en ese lapso de tiempo. Lapso que coincidía con la desaparición de Yzayana. —A la próxima quiero que me informen inmediatamente de cosas como esta y no que aprovechen para irse a cenar —les espetó la guardaespaldas a sus hombres cuando salió junto a Emma—. Todo esto huele mal —añadió. Fueron a interrogar al gerente. —Lo siento, Marquesa, pero son políticas del hotel —contestó el hombre, nervioso. —No apagamos las cámaras. Hubo un corte de energía… —Las luces de nuestras habitaciones ni siquiera parpadearon. —El corte ocurrió en esta parte del castillo. —¡No intente hacernos pasar por tontas! —Les aseguro que es una coincidencia desafortunada. No tenía idea de que la señorita Amaru iba a desaparecer cuando el sistema se estuviese reiniciando. Confío en que se encuentra en algún lugar del hotel y pronto aparecerá. —Ya buscamos en todas partes —dijo Emma. El gerente echó a caminar y Casandra intentó seguirlo, pero Emma la detuvo. —Creo que ya sé dónde está —murmuró. Las puertas de la cava estaban abiertas, lo cual era sumamente raro, porque veinte minutos atrás, cuando habían pasado frente a ellas, estaban cerradas. El túnel se perdía en el fondo de la tierra, tenuemente iluminado por faros amarillentos. Un aliento helado subía por las gradas y Emma se abrazó a sí misma. De niña, había tenido terror a bajar hacia esa cueva oscura y tenebrosa. De adulta, el miedo seguía presente por más que ella supiera que se trataba de un miedo irracional. Siguió adelante con un vacío en el estómago y Casandra le siguió los pasos. —Tranquila —dijo el desconocido, levantándose y caminando hacia la luz—. El daño ya está hecho. Emma reconoció la voz. Arrugó el entrecejo. Yza regresó a mirarla. Tenía los ojos anegados de lágrimas. —¿Saber qué? ¿De qué hablas? Pero Yza no respondió. Tomó la botella que descansaba en la mesa y se marchó como una ráfaga. .
NO MANCHES😩😩😩
«Cheque mi casa, cheque mi cuarto y nada»
Umm
wey esto es fuertísimo
Que desagradable sujeto
que se llevaron a yza dice
¿Por qué siempre lo dejas en la mejor parte? 🙂🔪
🐰🔪🔪🔪
Sospechoso
:O catacumbas?
No aprendes, Lerroux, no aprendes
A menos que se convierta en un fantasma, en una bruja, use teletransportación … debe de haber una forma para entrar y salir sin ser vistos
Bien tranquilos ellos platicando y medio fandom infartado y a lágrima pura 🤧
Apuesto que es el papá de Emma
De qué fechas estamos hablando?
Que satisfacción me dió leer esto ah
Wey queeeeee
¿Cuanto años tiene Liliam aquí? Es qué hay veces que pienso que no es su hija
Re turbio esto
Todo esto me recuerda a Sade
Y ahora qué ocultaste Marquesa?… Dudo que Yza te perdone 2 veces.
El Marques,,, Otra vez el Marques
No me digas que es quien creo que es esa niña
Al fin se como volver a respirar, ya mero me da un infarto
¿¡Que no le dijo?! Sabemos que Emma no aprendió pero ¿qué no le dijo?!
0 y van 2 ¿que pez Marquesa? se supone que de los errores se aprende ¿que no le dijiste? ¿Que no son primas?
Yo creo que Emma tampoco sabe lo que creen que sabe
Sospecho del marqués 😂
Ajaaaaa, cómo que no tiene leche para darle a Lilliam? No es su hija, no puede serlo, si no está produciendo leche es porque nunca quedó embarazada de Lilliam
Pobre Jo,siempre ayudando mucho 🥺🥺🥺
Ay no,espero q solo necesite tiempo para asimilar q lA cortaron por mail(?
Con lo q le costó encontrar a Yza,Emma no la quiere perder ni un seg.
Peroooooo 😳, q está pasando??
Q está pasando????? 😱😱😱😱
Es la mamá de Ylari!!!! Osea q…OMG!
Sigo entender eso de las niñas.en el.fuego😰
Cómo castrar??? 👀👀👀
Mmm👀👀 . Q.desagradables
Excepto a Hugo….no estába ahí en ese momento,no?
WTF 😰😰😰😰.
Pero q Onda Olga?? Sabe todo esto de los Ferrer d hace un tiempo entonces
Oww👀
Cómo si fuera tan fácil 😬😬😬
Mmm ,quedó solo. Eso fue lo peor 😬
LPM!!! Nooo 😭😭😭
Yza! 😭
Yzaaaa 😭😭😭
Cierto 😭😭😭
WTF,q significa eso?
Estúpida! Nos asustaste ! 😭😭😭
Peroooooo,q cosa?😭
Noooooo,q cosa????? 🥺😭
Vas a recibir carbón en navidad por esto Estefanía(? hasta el año q viene con la duda. 🤨🤨🤨🤨🤨
Ay noooo, el título. Me niego, aaah, por favor no.